El triunfo del PRI, imponer a
Peña Nieto, su fracaso, todo
lo demás BEAM @Beam sáb 1 de septiembre de 2012 Copetes consumatum est.
"Haiga sido como haiga sido",
en una lamentable farsa
ejecutada respetando las
"formas democráticas" y con la
anuencia de instituciones agotadas y desacreditadas, el
engendro de Televisa y el PRI,
Enrique Peña Nieto, ha sido
impuesto como presidente de
la República. No importó al PRI llevar al
límite de la mentira y el
descrédito a órganos como el
IFE y el TEPJF, ni el derroche de
cantidades multimillonarias de
dinero de oscuro origen para comprar votos. El propósito de
regresar al poder se logró y ya.
Valga madre todo lo demás. Sin embargo, en este hecho
radica el único triunfo de un
partido que estuvo al borde de
la ruina en las elecciones de
2006 y que adquirió, gracias a
la complicidad de Calderón y el PAN, una segunda vida: el
regresar al poder y mediante
este, buscar perpetuarse en el
mismo durante décadas y
décadas. Todavía queda algo
de sangre que chupar a la República Mexicana y los
insectos y los parásitos del PRI
están muy sedientos. En todo lo demás, empero, el
PRI ha fracasado. Debido a la
estulticia de un tipo gris y
acomplejado como Luis
Videgaray, se despilfarró una
ventaja de dos dígitos (artificial e inflada, pero
ventaja, a fin de cuentas) de
Peña respecto a su más
cercano competidor. Se
derrumbó el plan de
Videgaray, Gamboa, Manlio Fabio y Televisa de lograr
legitimidad mediante una
victoria "aplastante". Por otra parte, gracias a la
iniciativa de cientos de
ciudadanos, se documentó un operativo nacional por parte
del PRI para comprar votos
mediante tarjetas de Soriana y Monex. La elección debía
mantener la apariencia de
limpieza, pero las burdas
tácticas de los operadores y
mapaches del tricolor acabaron
con esta pretensión. Poco o nada importaron dichas
evidencias a los farsantes que
tenemos por magistrados y
autoridades electorales en
México. Usando la misma
táctica pedante de uno de esos tipos, quien se atrevió a citar al
filósofo Aristóteles para
justificar su defensa zalamera
de Peña Nieto, del lodazal
electoral y de sus inefables
compañeros, pregunto, como Juvenal: ¿Quis custodiet ipsos
custodes? ¿A quién responden
los magistrados, tipos
ricachones, ensimismados,
privilegiados alejados de la
realidad, quienes se niegan a ver lo evidente de esta farsa
electoral? Al pueblo, sin duda,
no. Y en esto último radica el
fracaso rotundo del PRI con
miras a su tenebroso regreso
al poder. Hasta a un tipo
repulsivo como el espurio
Felipe Calderón le tomó un par de años el echarse a la mayor
parte de la opinión pública en
su contra. La imposición del
PRI, en una sola estocada, ha
destruido casi por completo la
viabilidad de una vía electoral, acercándose peligrosa y quizás
inevitablemente a un sistema
similar al de las elecciones al
de Estados Unidos, en donde el
poder del dinero y no el de los
votantes es el que crea presidentes. También la
obstinación del tricolor ha
asesinado a las instituciones
que manipuló para validar su
"triunfo". Por último, desde el primer
minuto de lo que, anticipo,
será una gestión fracasada y
desdichada de EPN, esta
iniciará con una fuerte
protesta y movilización social en su contra, la cual irá
escalando irremediablemente
conforme el maniquí
mediático mexiquense
demuestre sus enormes
limitaciones como gobernante, administrador y estadista y el
político conocido por su
carácter explosivo, autoritario
y sanguinario (véase el caso de
Atenco) vaya perdiendo la
paciencia y la cordura.
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